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Oppenheimer: ¿Salvará el litio a América Latina? | Opinión

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La reciente orden ejecutiva del presidente Joe Biden disponiendo que el 50% de todos los vehículos nuevos que se vendan en Estados Unidos para el 2030 sean eléctricos podría resultar en una bonanza económica para América Latina: la región tiene los depósitos más grandes del mundo de litio, el material clave para producir las baterías de autos eléctricos.

Sin embargo, hay una buena posibilidad de que los países latinoamericanos desperdicien la oportunidad. En vez de tratar de atraer a inversores para extraer litio y, lo que es más importante, producir baterías de autos eléctricos, es probable que los países productores de litio de la región ahuyenten a los inversionistas con regulaciones estatistas y teorías nacionalistas obsoletas del siglo XIX.

No hay duda de que la orden de Biden del 5 de agosto, junto con la decisión del 14 de julio de la Unión Europea de prohibir las ventas de automóviles a gasolina a partir del 2035, es una oportunidad de oro para América Latina. Las ventas de vehículos eléctricos aumentarán 28 veces para el 2040, según un estudio de Bloomberg’s Battery Metals Outlook.

Alrededor del 58% de las reservas de litio del mundo se encuentran en Argentina, Chile y Bolivia, el llamado “Triángulo del litio”, según estudios del gobierno de Estados Unidos. También ha habido descubrimientos recientes de litio en México y Perú, que pueden aumentar significativamente las reservas totales de la región.

“Esto podría ser un parte-aguas para América Latina y el Caribe, pero solo si los países de la región hacen lo correcto”, me dijo el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone, en una entrevista.

A pesar de tener los depósitos de litio más grandes del mundo, los países latinoamericanos no son los mayores productores de litio. Apenas producen un tercio del litio del mundo, según estudios del BID.

Y en materia de baterías de litio, América Latina casi ni aparece en el mapa. China es, de lejos, mayor productor mundial de baterías de litio.

Para aprovechar la oportunidad, los países latinoamericanos tendrían que cambiar sus regulaciones imposibles de cumplir, y atraer inversionistas, dicen los expertos.

Según Claver-Carone, el mayor desafío de América Latina, más que la extracción de litio, será producir baterías de autos eléctricos y exportarlas directamente a Estados Unidos y Europa.

“América Latina necesita eliminar al intermediario, que en este caso es China”, me dijo Claver-Carone. “No hay ninguna razón por la que el litio tenga que ir de Sudamérica a China, antes de llegar a Estados Unidos”.

Patricia I. Vásquez, experta en energía del Wilson Center, me dijo que América Latina tiene el desafío adicional de que esta ventana de oportunidad no durará mucho tiempo.

“En este momento, especialmente después del anuncio de Biden, hay más demanda de litio que oferta. Pero eso no durará mucho”, me dijo Vásquez. “No tengo ninguna duda de que, en los próximos 10 años, Estados Unidos va a reducir su dependencia de importaciones de litio”.

Al igual que sucedió con el petróleo, cuando Estados Unidos desarrolló el fracking para terminar con su dependencia de petróleo importado, los nuevos descubrimientos de depósitos de litio en Estados Unidos o las nuevas tecnologías convertirán al país en un importante productor mundial de litio, dice. “Los países latinoamericanos tendrán mucha más competencia”, agregó.

En suma, esta podría ser una oportunidad única para América Latina. Idealmente, los países latinoamericanos podrían hacer lo que hizo Noruega con sus reservas de petróleo: crear fondos nacionales soberanos con los ingresos del litio para invertir en proyectos a largo plazo, y mejorar drásticamente el nivel de vida.

Pero considerando los obsoletos discursos populistas de los líderes de Argentina, Bolivia, Perú y México, y el creciente clima anti-empresarial en Chile, me temo que esta será otra oportunidad perdida.

Ojalá me equivoque, pero todo indica que los presidentes retrógrados de la región aumentarán los controles estatales sobre la industria del litio. Mientras tanto, China y Vietnam —irónicamente, dos gobiernos comunistas— continuarán comiéndose su pastel, poniéndole una alfombra roja a los inversionistas, haciéndose más ricos y reduciendo la pobreza mucho más que América Latina.

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